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Las prácticas funerarias en
México: la población maya de Pomuch, estado de Campeche
Eva
Leticia Brito Benítez - Instituto Nacional de
Antropología e Historia
evalebrito@gmail.com
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Abril
16 de 2016
México es un país de grandes tradiciones
culturales, entre las que destaca la fiesta del Día de
Muertos que se celebra anualmente en todo el territorio
nacional. En esta claramente convergen creencias cristianas
y antiguos rituales prehispánicos como producto del
sincretismo religioso que se dio a partir del contacto entre
los pobladores nativos y los conquistadores españoles a
principios del siglo XVI. Sin embargo, es la pervivencia de
los grupos indígenas en el país la condición que actualmente
da origen a una enorme variedad de manifestaciones
culturales que giran en torno al culto a los muertos.
Restos óseos expuestos en osarios (Eva Chaire)
Un ejemplo de ello son las costumbres funerarias de Pomuch,
pueblo de origen maya que se localiza en el estado de
Campeche, en la península de Yucatán, las que le han ganado
fama nacional e incluso mundial. Estas inician con el
tratamiento mortuorio a sus difuntos, que consiste en
depositar el cadáver en un ataúd que es colocado dentro de
un nicho de cemento sellado, en donde permanece de dos a
tres años y después es extraído. Posteriormente se eliminan
las partes blandas residuales (piel y músculos), el
esqueleto se ventila por algunas horas para eliminar los
olores y después se desarticulan los huesos que son
limpiados y rociados con agua bendita, mientras se les reza
un rosario.
Mantas bordadas con nombre del difunto (Eva Chaire)
Finalmente los “santos restos” son colocados en osarios de
madera que miden aproximadamente 90 cms. de largo por 60 cms.
de ancho y 40 cms. de profundidad. El interior es forrado
con mantas bordadas principalmente con motivos florales de
colores vivos y en muchos casos también con el nombre del
fallecido, por lo que es posible leer apellidos mayas como
Chi, Yam, Haas, Chan, Kuk, Ucan, Puc, Cahuich, Panti, Yeh,
Dzib y Cocom. Los huesos son acomodados dentro del osario
sin seguir un orden específico pero de tal manera que el
cráneo quede encima; en ocasiones también colocan hasta
arriba la cabellera del difunto u otros objetos como cruces
de madera. Posteriormente los osarios son colocados en
nichos abiertos que pueden ser individuales o familiares,
quedando a la vista de quienes visitan el cementerio.
Cruz de madera sobre restos óseos (Eva Chaire)
Cada año, en la última semana del mes de octubre y primeros
días de noviembre, los pomuchenses acuden al cementerio para
realizar el “cambio de ropa y limpieza de los huesos”,
práctica que consiste en limpiar -y en ocasiones lavar con
agua- los restos esqueléticos y los osarios, cambiar las
mantas y a veces pintar los nichos.
Mientras tanto en las casas se prepara alimento para ofrecer
a las almas, conocido en maya como Janal Pixan (Janal
significa “alimento, comida, guiso; comer” y Pixan se
traduce como “alma o espíritu que da vida al cuerpo del
hombre”). Este consiste en un gran tamal denominado mucpollo
(en maya muc quiere decir “enterrado”), también conocido
como pibipollo (pi quiere decir “horno”), el cual tiene
forma circular, mide aproximadamente 50 cms. de diámetro y
10 cms. de espesor. Se elabora con maíz amarillo que debe
estar recién cosechado, conocido en maya como xpataan, con
el que se prepara una masa a la que se agrega la sal y
manteca de cerdo. La masa se moldea manualmente para formar
una especie de receptáculo dentro del cual se verte frijol
que puede ser de tres tipos: el frijol verde, un frijol
chiquito denominado xpelon o uno grande llamado tzama.
Actualmente también se usa carne de pava, gallina de patio o
de puerco y se añade un caldo que lleva tomate, cebolla,
ajo, epazote, chile dulce, chile habanero y especias como
comino, pimienta de grano chico, clavo y orégano, todo lo
que se complementa con achiote.
Preparando el pibipollo
Foto: Eva Leticia Brito Benítez
Finalmente los pibipollos se envuelven con hojas de plátano,
previamente asadas para evitar su rompimiento y se amarran
con hilos desprendidos de las hojas de henequén también
asadas, lo que recuerda el amortajamiento que los mayas
prehispánicos daban a los cuerpos de sus difuntos utilizando
textiles manufacturados con fibras de henequén.
Cocinando los pibipollos en hornos de tierra (Eva L.
Brito)
Toda la preparación se mete en recipientes o vasijas que son
depositados en un hoyo cavado en la tierra, dentro del cual
se ponen piedras calientes para forman un horno de alta
temperatura. Al fondo de éste colocan tablones de madera
formando una especie de rejilla sobre la cual se ponen
varias rocas; posteriormente se prende fuego a los leños
hasta que se consumen totalmente, colocando los recipientes
con los pibipollos sobre las piedras que quedaron calientes.
Estos se cubren con láminas y finalmente con tierra para
lograr un ambiente hermético que permita una buena cocción.
Este procedimiento asemeja los enterramientos de sus
antecesores, en los cuales depositaban los cadáveres
directamente en oquedades hechas en la tierra en los patios
caseros.
Quitando la tierra que
cubre el horno
Foto: Eva Leticia Brito Benítez
Ya cocidos los tamales se
desentierran y se colocan en un altar doméstico para que al
arribar las almas de los muertos consuman su esencia,
acompañándolos con una bebida hecha de cacao diluido en
agua, como se acostumbraba preparar en la época
prehispánica.
Pibipollo ya cocido
Foto: Eva Leticia
Brito
Cabe aclarar que en Pomuch prevalece la creencia de que a un
difunto que no ha cumplido un año de fallecido el primer día
de noviembre, no se le puede preparar pibipollo porque
existe el peligro de “cocinar su alma”.
Osarios familiares
Foto
Eva Chaire
De esta forma culmina la celebración de los muertos e inicia
una nueva cuenta anual para volver a honrarlos. Sin embargo,
para los pomuchenses el vínculo con sus familiares que se
adelantaron en el camino no es temporal, pues ellos han
encontrado la forma de mantener una convivencia eterna.
Cuando quieren a visitar a sus seres queridos ya fallecidos
solo basta acudir al cementerio para establecer contacto
directo con ellos a través de sus restos esqueléticos.
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