María Dolores Suárez y Pérez de González, hija, hermana, esposa, madre y abuela. Fue una amiga incomparable.
Además de su enorme talento para convivir, era endemoniadamente simpática, generosa y leal; una de esas personas peligrosísimas a las que uno quiere tanto y era imposible negarse a sus pedidos. Van sus indicaciones finales, para ser cumplidas una vez que partiera en pos de su sitial entre la infinita armonía de las estrellas. Estas palabras las escribió a solas, unas horas antes de fallecer. Senén González Villar con él sus hijos, todos, comparten esa voluntad de la persona más coherente que hemos conocido. ***
“--Cuando
tenga que dejarlos por un corto tiempo, Al contrario, empiecen con valentía y con una sonrisa cada día.
En mi memoria y en mi nombre,
No aumenten su soledad con días vacíos, Den su mano para ayudar, y yo, en cambio, los ayudaré a ustedes. Y nunca tengan miedo de morir, pues los estoy esperando en el Cielo. Maridolo 1944 - 2013
*** Damos nuestra profunda solidaridad a la familia González-Suárez, los amigos de siempre, aquí en Tulancingo y en otros confines.
José Manuel Toscana, 25 de marzo de 2013. |