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Entre la igualdad y la
censura
Política en tacones
De Pilar Ramírez
26 de septiembre de 2012
El día 20 de septiembre,
la vicepresidenta de Asuntos Públicos y Comunicación de
Coca Cola México declaró que la empresa retiraría los
anuncios de la refresquera cuestionados por su contenido
machista, después de reunirse con feministas,
legisladoras y representantes del Consejo Nacional para
Prevenir la Discriminación (CONAPRED)
y del Instituto Nacional de las Mujeres quienes
presentaron una queja ante la compañía.
El anuncio criticado
promociona el refresco sin calorías con la leyenda “Macho es mi
novio porque pide Coca Cola Light”. La diputada federal Malú
Micher promovió la protesta y fue secundada por las titulares de
los institutos de la mujer nacional y del Distrito Federal, así
como representantes de agrupaciones feministas y del
CONAPRED. Se argumentó que
el anuncio fomenta los estereotipos, hace apología del machismo
e incurre en discriminación. Ante la queja, la empresa admitió
retirar espectaculares y anuncios en medios electrónicos para
“evitar sentimientos negativos”.
Yo diría que el
anuncio de Coca Coca pudiera calificarse de mal gusto y que no
estuvo bien logrado, pero no que exalta el machismo. De hecho,
el sentido de la leyenda es precisamente negar que quienes
consumen este producto sean afeminados o débiles. Ignoro si los
funcionarios y las feministas que presentaron la queja tienen
contacto con adolescentes, si así fuera sabrían que el producto
lo consumen mujeres, porque a los hombres jóvenes les parece un
signo de debilidad tomarlo, incluso aquellos a quienes les
convendría por tener sobrepeso. Lo consideran “propio de
mujeres”, entre ellos se dicen “nena” si ven a un adolescente
tomar el refresco light. Esto quizá lo tiene registrado la
empresa e intentó atacar a este segmento. Es decir, la leyenda
cuestionada quiso ser irónica, pero no lo logró y ante la
percepción negativa de la campaña prefiere retirar los anuncios
porque si hay alguien que sabe de comunicación de crisis son las
grandes empresas que tienen bien medido el daño que puede hacer
a sus productos un señalamiento negativo.
Considero que la
frase utilizada por Coca Cola no exalta el machismo, que las
campañas verdaderamente peligrosas son las que sí lo hacen sin
que lo parezca. Sin que nadie lo cuestionara, se instalaron
espectaculares en todo el país de un anuncio de cerveza que
decía “Es fácil ser hombre”. Cada vez que veía el anuncio me
preguntaba si es porque es fácil ser alcohólico, o si se refería
a que sólo los hombres son tontos para embriagarse. El anuncio
intentaba claramente hacer ver el consumo de alcohol como un
atributo masculino. Pero, pregúntense qué dirían si esa práctica
se exaltara en una mujer. Definitivamente discriminatorio y
machista.
Hay también un
anuncio de desodorante para hombre, con la leyenda “Siente el
efecto Axe” y al lado una mujer con ropa interior transparente.
Ojalá de verdad una pudiera olvidar que un hombre es ignorante,
déspota, palurdo, mezquino, desconsiderado, poco cooperador,
machista o flojo con tal de que huela bien, es más, con tal de
que no huela a sudor. Y, por otro lado, ¿los hombres de verdad
creerán que con ponerse desodorante pueden lograr que una mujer
con un cuerpo espectacular muera por ellos?
Con todo, los peores
anuncios en materia de género son los de productos del hogar.
Permanecen al aire todo el tiempo y así, de 30 segundos (tiempo
de duración promedio de un comercial) en 30 segundos aleccionan
a hombres y mujeres sobre cuál es el papel que les corresponde
en la familia, la casa, el trabajo y, en síntesis, en el mundo.
Son “suaves como el amor de mamá”, no se sienten, son sutiles y
cada día van horadando la autoestima femenina y exaltando la
supremacía masculina. Son los anuncios que crean a “las reinas
del hogar”, a las “princesas”, a las “devoradoras”, a las
mujeres fatales”. Algunas mujeres, y lamentablemente sólo
algunas, descubren tarde y de mal modo que sólo son soberanas en
monarquías ominosas y que lo único fatal pueden ser sus vidas si
se relacionaron con los bebedores o los conquistadores del tipo
que presentan los anuncios comerciales.
A pesar de lo
anterior, sostengo que los anuncios deben ser cancelados sólo
cuando es evidente ofensiva su falta al concepto de igualdad
entre géneros. En el caso de Coca Cola no es una batalla ganada
a la causa femenina sino a la censura y, en cualquier caso, ante
la duda, es preferible rehuirle a ésta, que a la postre hace más
daño no sólo a la igualdad de género sino a todos los derechos
civiles y a la democracia. Abogo más por contrarrestar con
réplicas creativas y con denuncias constantes lo que nos muestra
la publicidad. Hasta ahora no hemos emprendido una campaña que
ayude a derribar esas imágenes estereotipadas de las mujeres en
los anuncios comerciales. El análisis y la denuncia están bien,
pero ya no bastan. Emprendamos la contracampaña con buen humor y
creatividad que siempre son vehículos bien recibidos. Así,
primero les exigiremos a los hombres actitudes sensatas e
igualitarias, ya después les pediremos que les huelan bien los
sobacos y si no cumplen la primera condición, ¿para qué esperar
a que se tomen unas cervezas? Hay que huir, porque una vez
ingeridas lo único seguro es que las necedades aumentarán en
tono y cantidad.
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