Excalibur

José Manuel Toscana

fotografía: Don Gilberto Izurieta

“De la periferia, al centro y de lo particular a lo general” es el punto de partida insalvable del Urbanismo, en todo el mundo, el principio que esta dejado a un lado el grupo de apasionados de Tulancingo, por la recuperación del centro de la querida ciudad.

No dudo de las buenas intenciones y las ganas de hacer algo relevante que tienen estos vecinos de gran valor, responsables y animados con los mejores deseos por el bien común.

Pero, en la media que voy conociendo los planes de acción  propuestos, me percato de la carencia de conocimientos básicos en la materia, indispensables, que no es poca cosa, para reconstruir el centro de la ciudad abandonada, destrozada, despreciada, por  sus habitantes y lamentables, perniciosas, autoridades desde hace muchos años.

Tal vez tenga remedio en algunos puntos la ciudad pero en lo general está pal´gato, lo cual es triste, desalentador.

¿Por qué no abren un cajón de la mesa entorno a la que se reúnen, ponen ahí sus corazones valientes, lo cierran y… piensan en serio apoyados por los que sí saben de estas cuestiones? alejados de rencillas, prepotencias e intereses muy particulares, que los hay, y fuertes.

Cuando menos, escúchenlos no se trata de ganar con tal o cual propuesta, ni de que los otros cedan ante mi fuerza y acoples; el interés profundo, salpicado con unas gotas de humildad, serán condimentos esenciales para sacar esas muelas podridas  que tienen  a Tulancingo, con un rictus  de dolor en  su imagen por cada colonia, barrio, casa, jardín, adefesio tras esperpento que han convertido  a la localidad en un muestrario de lo que jamás se  debe hacer sobre todo en el noble corazón  aldeano… bueno, es un punto de vista entre tantos.

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Si a los dos mil y pico de millones que debe públicamente Hidalgo, que no debía y está perrón pagarlos, le sumamos otros tantos que “se dice” están invertidos en la Bolsa o sepa la bola dónde, va quedando claro el por qué de las angustias financieras padecidas por todos lo que cobran en las nóminas oficiales, los proveedores y la inmovilidad administrativa que lleva varios meses ejerciendo de pura saliva. ¿Habrá solución?

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Infinidad de elementos destinados a la serranía poblana, como en el resto del estado, no reciben un sólo centavo para solventar los gastos elementales que se generan para realizar su chamba consistente en atender a las comunidades indígenas, precisamente esas que tanta  emoción y ternura  causan a los secretarios, gobernadores, diputados y ralea del mismo pelo y dosis de hipocresía.

Les exigen resultados, gestiones eficientes, documentos al corriente y buena cara, pero a la hora de apoquinar, se hacen ojos de hormiga --casi todos lo son-- y, además, se dan por ofendidos y con la soberbia irresponsable  que se recubren, dicen: --si no te gusta, lárgarte, sobra quien quiera tu puesto.

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Por Hidalgo, pasa exactamente lo mismo; pero eso sí, no hay quien les contradiga cuando los chilapastrosos funcionarios afirman con toda la cara dura: --todo va muy bien, el pueblo está feliz… como vimos, oímos  y leímos,  arrobados, al final  de la estadía de los mandones  estatales en Tulancingo, hace unos cuantos días donde los jarros de atole fueron el ingrediente principal de todo el despliegue oficialista.

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Wences Angulo, nos advierte de la urgente necesidad que tenemos para “Distinguir entre lo curvo y lo recto” cuando contempla el guirigay moral prevaleciente en todos los niveles de los confines  hidalguenses.

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Lamentan los comerciantes agrupados de Pachuca, la angustiosa situación que los tiene en la picota de las quiebras generalizadas, ante la cruel e injusta competencia llegada con las grandes corporaciones  sobradas de capital y poder, por estos rumbos de economía frágil, incapaz de sostener a todos los que necesitan cortar un pedazo del pastel.

Rotas las cadenas que dan vida a infinidad de proveedores y distribuidores, pierde el público, pues ya el dinero no circula en los  canales de cada pueblo ni de las ciudades, trayendo a cada uno, la parte indispensable para sobrevivir.

Todo queda centralizado en unas cuantas manos, generalmente foráneas e indiferentes a lo que está matando a miles de establecimientos de todo tipo. ¡Aguas!

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Insisten, ilusos o malosos, algunos vivillos, despistados otros, en revivir lo que fue la zona industrial de Sahagún, antes Irolo, trayendo empresas que hagan el milagro de que el Franquestein hidalguense, camine de nuevo.

No hay manera, pues los empresarios modernos necesitan parques industriales con servicios de calidad comprobada y, pese a los adornos petulantes de oropel corriente, del ex, en Hidalgo no hay uno sólo que tenga los elementales, por lo tanto el potencial inversionista jala para dónde sí los encuentra.

Quedan, además, como zopilotes acechadores, los líderes que ordeñaron, hasta reventarla, la vaca oficial que sostuvo falsamente todo ese tinglado ahora convertido en un cementerio.

Mejor sería buscarle por otro lado y con los pies en la tierra, así sean planes mucho menos pretenciosos que nos pongan  en la realidad y de ahí, partir.

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 “Renovar amores y apuntalar ruinas, es tarea inútil”, nos recuerda Wences Angulo, profundo conocedor de imposibles.

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La Feria, en su grato sentido, de nostalgia exquisita, como fiesta popular en Tulancingo, ya es un cadáver.

Palos de ciego, manotazos en los dineros, irresponsables al frente de una chalupa hundida, pero ambiciosos que van de salida y les vale una pura y dos con sal, que a ninguno le importa recuperar la buena tradición que avaló esa Feria durante algunos años, hasta que cayeron en la trampa de los palenqueros profesionales que son pa(n)dilla de bajos vuelos muy nociva.

El poco dinero que corre, se lo llevan pelagatos que vienen a cantar aullando y taiboleras a encandilar galanes de rancho chico, dejando más fregado al pueblo al que se quiso alegrar con masquiña muy manoseada.

Merecen el profundo desprecio y la indiferencia de un pueblo hastiado de tanta tomaduras de pelo en torno a lo que, un día, fue una verdadera Feria.

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Con el barullo de los atentados vindicatorios que nos dañan a todos, así se hayan dado en lejanos lugares, quedó opacado el éxito maravilloso de haber colocado un artefacto creado por el Hombre, en un cometa durante su tránsito cósmico iniciado desde el preludio del Tiempo.

Las consecuencias de tal hazaña nos afectará a todos positivamente, son incomparables promesas de vida, casi eterna, contrastando con la miserable existencia a la que nos condenamos, día tras  día, olvidando que somos centellas y vamos de regreso a las estrellas, pero que no hay  prisa para adelantar en viaje mediante estallidos fuera de control…¡no la ´ingen! 

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Las palabras pierden su sentido, mientras pierden su color la mar verde y el cielo azul, que habían sido pintados por gentileza de las algas que echaron oxígeno durante tres mil quinientos millones de  años.

Y la noche pierde sus estrellas. Ya hay carteles de protesta enclavados en las grandes ciudades del mundo:

“No nos dejan ver las estrellas

Firmado: La gente.

Y en el firmamento  han aparecido ya muchos carteles que claman:

“No nos dejan ver a la gente”

Firmado: Las estrellas.                                 

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Experto en la materia, bajo la lluvia veraniega que glorifica La Floresta de Tulancingo, Wences Angulo, comenta: “—La mente puede estar distraída, engañada, difusa o centrada y ser absoluta”.

 

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José Manuel Toscana

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