Desgracia lo único que me inspira la mugrienta feria de Tulancingo, en su versión actual

Excalibur José Manuel Toscana

 

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     Como un presagio fatal, mientras festejaban el cumpleaños  del Moretón  priísta, peló gallo la inefable güera Rodríguez Alcaine, falso líder obrero, acabado ejemplar de las más y raterías mayúsculas que, durante setenta y pico de años, encadenaron los ideales sindicalistas  de millones de proletarios, a los intereses de unos cuantos, llevándose entre las pezuñas al resto del país.

     Sin otros méritos que no sean el lomo doblado, la rodilla a tierra, la traición a flor de cuero, la rapacidad incontrolable y el charrismo, este individuo, personaje adorado por caricaturistas y entrevistadores, se lleva carretadas  de inmundicia a donde el diablo mayor encuentre cabida para semejante lacra.

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     Ni muerto es posible tener consideración alguna para el pelafustán Rodríguez Alcaine,  simboliza el México quebrado a fuerza de mendacidades desenfrenadas.

     Con este calamitoso cabecilla, van cayendo los que han hecho de los obreros mexicanos, una runfla de seres informes, explotados, usados, menores de  edad, irresponsables, incapaces de tomar la vida en sus  manos y participar en el futuro del país que ya perdimos, entre todos, para siempre.

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     Fidel Velásquez, la Quina Hernández Galicia, Romero de Champs, Elba Ester Gordillo, Gamboa Pascoe, Paco Pérez Ríos, Martínez Domínguez, Chema Martínez, Robles Martínez, Napoleón Gómez, padre y cuervito, Hernández Juárez, Jongitud Barrios, como tantos y tantos más que sembraron la ira y traicionaron a  sus sometidos,  cada uno en su turno, para sobajarlos hasta la ignominia.

     Y, los que faltan, desgraciadamente, por caer sea por la causa que sea, pero que se larguen.

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    1" México, a través de sus líderes obreros, campesinos, sociales" sería una buena novela de terror, trapacerías y felonía, con Éxito garantizado. ¿Quién dice yo?

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     En 1956, Santa Marta, Santa Marta tiene tren musiquean los musiqueros, bailotean los bailanderos Santa Marta tiene tren pero no tiene tranvía!!! y en plena fiesta Rigoberto López Pérez, poeta, dueño de nada, voltea de cuatro balazos, al dueño de todo.

     Un avión norteamericano se lleva  al moribundo  Tacho Somoza a un hospital norteamericano, en la zona norteamericana del canal de Panamá, y en lecho norteamericano, muere.

     Después, lo entierran en Nicaragua, con honores de Príncipe de la Iglesia. Somoza llevaba veinte años en el poder. Cada seis años levantaba por un día el estado de sitio y celebraba elecciones que lo confirmaban en el trono.

     Luis, el hijo mayor, el heredero, es ahora el hombre más rico y  poderoso de América Central; el presidente Eisenhower lo felicita desde Washington.

     Luis Somoza se inclina ante la estatua de su padre, héroe de bronce que galopa, inmóvil, en pleno centro de Managua.  A la sombra de las patas del caballo, pide consejo al fundador de la dinastía, guía del buen gobierno, multiplicador de cárceles y negocios; y después cubre de flores su tumba monumental.

     Burlando la vigilancia de la guardia de honor, la mano de alguien, mano de todos, ha garabateado de prisa este epitafio sobre el mármol de la tumba:

!!!Aquí­ yace Somoza,

algo más podrido que en vida¡¡¡

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     Es verdad, como cita Leonel Quiroga en su crítico Baúl, el tianguis de Xicotepec, hace apenas unos cuantos años, era un espectáculo inolvidable y un recreo para el gusto y muestra certera de la riqueza y dignidad que abundaban en los  acantilados.

    Frutas de sabores y colores mil, aves canoras para la jaula y otras mayores para la olla, semillas nuevas sin pesticidas, flores y ramos de yerbas olorosas,  camisolas, ropajes, vestidos, aperos agrícolas,  sillas y riendas para las caballerías, sombreros de palma, paliacates, huaraches, calzones y refajos  de manta blanca, cinchas, pilones  de piloncillo, machetes, junto  al universo completo que requerían los pobladores de las cañadas y las cimas de la Sierra Norte de Puebla, se podían mercar en ese lugar encantado cercano a la mentada Xochipila, que ya tan solo es una mueca grotesca.

     No se diga el sonoro barullo de las voces aborígenes entrelazadas con el castilla, que tiene números y términos que no se alcanzan con los dialectos regionales, necesarios para el ajuste de los trueques entre iguales.

    ¿Cómo olvidar la vainilla y la pimienta? Las tortillas tan diminutas y blancas como hostias paganas ¿Cómo olvidarlas? ¿Cómo recuperarlas? ¿Qué hicimos con esos tesoros incomparables? ¿Cómo exterminamos la dignidad  y elegancia de aquellos serranos?  

     Ellos, que venían con su tufo aguardentoso, para soportar  las caminatas  de madrugada bajo la llovizna y llegar a tiempo  al mercado dominical, para comprar, vender, reñir,  a veces matar, rezar en el templo, y regresar  a media tarde al abismo serrano  con el bastimento logrado y algunas monedas en el morral donde algunos escondían pavoroso pistolón.

     En aras  del progreso improductivo, eso y mucho más perdimos, sin saber ni cómo ni dónde ni con quién.

     Los jijos de la revolución y el partidazo que la explota, arrasaron con todo, puntualmente apoyados  por los cobardes aprovechados que en el mundo, estamos.

     Acabamos con el paisaje, los bosques, los matorrales floridos, las caídas y fuentes de agua purísima, reinventadas como cataratas de mierda,  ahora tenemos mecheros de basurales encendidos para mayor gloria  del cambio rumbo  a la muerte, esa que, cuando la repartimos, nos toca  a   más. ¡Aleluya!

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     En 1980 el general de pacotilla Arturo Durazo, jefe de la polecía mexicana, cobraba al final de cada mes el sueldo de dos mil agentes que habían muerto  o nuca habían nacido.

     También cobraba una comisión por cada gramo de cocaína o heroína que pasaba por el país, y quien se hacía el distraído pagaba con la mercancía o la existencia.

     Para redondear sus ingresos, el jefe policiaco vendía, además, plazas de oficiales, a millón y medio de pesos el puesto de coronel; pero regalaba el grado de capitán a los cantantes  que más le gustaban.

     En 1982, recibió el título de Doctor Honoris Causa y  los diarios lo exhibieron vestido de toga y birrete.

     Para entonces, con los ahorros de toda  una vida  consagrada al trabajo, el general Durazo había podido realizar el sueño de las casas propias.

     Tenía unas  cuantas en México y en el mundo. De sus hogares mexicanos, uno lucía muebles de Francia, otro contaba con hipódromo inglés y discoteca de Nuevayork, otro reproducía un chalet de los Alpes y no podía faltar una copia exacta del Partenón, con piscina  al centro. Terminó preso, por exagerado.

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     Hoy, en el 2005, dos dignos herederos del general acarrea leones, Arturo Durazo, egresados de Legionarias prostituciones seudo educativas, viven prisioneros, pues  la influencia poderosa del ofensivo progenitor, ya no protege sus vandalismos y, los viejos cómplices  del matarife están muertos o silenciados o se hacen tarugos ante las penurias de los delfines en desgracia.

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     Desde el punto de vista  de los civiles críticos de los teje-manejes politiqueros,  con tan sólo poner en marcha métodos exitosos  en la vida cotidiana, los problemas que nos  agorzoman, sería pan comido resolverlos.

     Pero hete  aquí la imposibilidad  de aplicar las reglas del Éxito civil, en los sótanos de la cosa pública.

     Primero: casi todos los que están en el candelero, es por  cuatachismo, recomendaciones, pago de favores, otros por mero escalafón cobran por viejos no por capaces, pero entre ambas fracciones, joden cuanto pueden y a quien se pone a tiro.

     Segundo: los que ya llegaron por el método que sea, su interés fundamental y al que  dedican el tiempo, es ver la manera de brincar al otra percha del gallinero presupuestal, si es  posible con todo y  su ralea, llamada pomposamente "El equipo"

     Estados como Hidalgo y Puebla, apenas si cobran una parte miserable del dinero presupuestado para mantener parásitos y levantar una que otra obrita justificatoria, por ahí del 3 por ciento del dinero necesario.

     Por eso los gobernadorcitos se la pasan en giras y declaraciones prometedoras, pues la realidad es el sometimiento a la voluntad  caprichosa de los que hacen lo mismo pero en Ámbito federal, sujetos ellos, al mismo tiempo, a la feria petrolera, las remesas de los braceros y las limosnas internacionales que nos  avientan los poderosos, a cambio de entregarles TODO.

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     Por  eso es una mera, inútil, ilusión el que determinado prospecto hará milagros si el pueblo lo elige como mandatario municipal, sea el que sea que prometa semejante babosada, merece que le demos pamba con martillo. ¡Abusados!

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     Entre topes injustificables, cunetas retacadas de basura, casuchas desvencijadas, ausencia total de árboles y plantas regionales que fueron la gloria, cuchitriles expendedores de mota, pericos, chochos, grapas y pirujas, entre otros atractivos, es lo que ofrecen los pueblos  apocados a lo largo de la carretera federal 130  que termina en la mar.

     Exactamente lo esperado por turistas ciegos, sordos, miserables, apáticos. quienes nos traerán bienestar y fama, cuando retornen  a sus covachas, perpetuando la degradación que nos tiene colmados.

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     ”Los amores idos son como las viejas batallas; los resultados no pueden cambiarse"  recuerda nostálgico, Wences Angulo, bajo la lluvia pertinaz  que exorciza La Floresta.

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 viernes 12 de Agosto 2005

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