José Manuel Toscana Escribe con Hidalguía. El Planeta Azul y el Origen de las Especies

Volando a 215 kilómetros por segundo viaja la Tierra por el espacio sideral, unos seis mil setecientos ochenta millones 240 mil kilómetros, cada año y nosotros ni cuenta nos damos de tal prodigio.

Todo comenzó hará 13 mil 800 millones de años, en lo que se ha bautizado como el Big ban, sin perder de vista que es tan sólo una manera de llamar a ese instante -increíblemente breve- cuando se expande, con violencia inaudita, un átomo dando inicio al Universo, que sigue avanzando a las velocidades citadas, rumbo al lugar favorito de los facinerosos luego de cometer alguna fechoría, o sea el famoso “rumbo desconocido”

Lo más difícil para los físicos, astrónomos y matemáticos en su chamba, es convertir y plasmar en medidas comprensibles para el resto de los mortales, las velocidades, dimensiones y el tiempo que se ha llevado evolucionando este Universo, el que apenas comenzamos a vislumbrar en sus reales alcances.

Observar el cielo ha sido, es, la actividad más constante y productiva del Hombre desde que se irguió; una vez que levantó la cabeza y contempló la bóveda celeste todo se convirtió en miedos, dudas, preguntas y sueños obteniendo, de cuando en cuando, alguna respuesta incierta, siempre cambiante, abriendo espacios cada vez mayores, con dilemas mucho más extensos, con respuestas mucho más complejas pero, sin excepción, cada una más bella y extraordinaria que las precedentes.

En la misma línea evolutiva los científicos van descubriendo vestigios de cómo se fue dando el proceso que nos ha traído a lo que hoy somos, siguiendo líneas cambiantes que nos van diferenciando, apenas de manera perceptible, de los otros seres vivientes que han transcurrido y viven en el Planeta Azul, que tal color tiene nuestro mundo contemplado desde el espacio exterior.

El origen común de la totalidad de los habitantes terráqueos, es un portento y el proceso del cambio constante, lo es aún más, por encima de dogmas, prejuicios, creencias, mitos, interés y banderas del color que sea. La vida es mucho más que eso y en la medida que viajemos rumbo a las estrellas, más y mejores antecedentes encontraremos en nuestro terruño del camino recorrido desde los trilobites hasta la fecha.

Con todo este panorama inagotable, no encuentro explicación a la pérdida del tiempo dedicado a la grillería, más durante los meses de campañas ratoneras, mediocres y chatas hasta la pared de enfrente.

Buscando con lupa y el mejor de los talantes, entre las propuestas electoreras de los aguerridos candidatos a los puestos de leche y miel, no encuentro absolutamente ninguna variante; en cambio me resulta imposible distinguir cuál es peor que el otro: son gemelos, jimaguas, pares, copias al carbón, clonados, espejos y entre lo más destacado de sus oscuras personalidades es lo aburridos que son, sobre todo cuando hablan; eso si es matador.

Estamos envenenándonos estúpidamente, día tras día, chisme tras chisme, escándalo tras escándalo, atraco sobre atraco, ahogándonos en el pantano de miseria de donde no saldremos jamás, si seguimos como vamos. ¿Hasta cuándo?

“…la tristeza es el remordimiento de lo que no hicimos…”

Señala Wences Angulo a la mitad de la primavera y entre las ruinas de la ruinosa Floresta de Tulancingo

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