José Manuel Toscana Escribe con Hidalguía. Jesuitas Martirizados

Excalibur
por José Manuel Toscana

viernes 20 de febrero del 2009.

Hoy, los manteles largos son para Sadot, Silvano y Zenobio. Mañana serán para Severiano, Dositelo, Vérulo.

Mención especial merecen los beatos jesuitas martirizados en Londres, Robert, Edmund, Thomas, Ralph, Henry, John, Peter, Thomas, Anthony Philips, Nicholas y otros 12 que tuvieron igual destino por confrontarse con los nuevos ritos religiosos impuestos por Enrique Octavo, fundador de la Iglesia Anglicana y en pleito a muerte con el Papa de Roma.

Siempre será triste sentir la presencia de la policía en nuestra vida cotidiana, como ha venido aconteciendo en Tulancingo, donde está acantonado un contingente de 20 policías federales, ataviados con todo el armamento que pueden soportar encima, hospedados en un hotel de primera donde desayunan, cenan y duermen.

Algo importante están vigilando, controlando, previniendo, pues el costo del aparato policíaco es elevado, más en estos tiempos de sequía económica. ¿Qué será?

Desalentados, a más no poder, cientos de chavales en la mejor edad productiva, no encuentran trabajo, pese a contar con estudios realizados en las instituciones regionales que los titulan con documentos impresionantes pero, en la realidad, inútiles ante la terrible realidad del desempleo masivo.

Antes, una manera de salir de fregados, eran los títulos de nobleza que daban oportunidad a los hidalgos agraciados, de vivir en ambientes donde les daban importancia y, chance de ir viviendo del puro título nobiliario.

Ambición de los plebeyos era tener un certificado de nobleza, así fuera comprado o por acuerdos económicos entre el noble pobretón y el trepador adinerado. La historia resuma ejemplos en todas partes donde se dio este juego de intereses.

Llegados los cambios con las revoluciones y otras conquistas sociales, las clases populares encontraron una compensación a su falta de sangre azul: Los títulos universitarios.

Esta loable posibilidad de crecer socialmente con un título profesional que nos reconozca como licenciado, doctor, ingeniero y otras especialidades merecedoras del reconocimiento universal, se fue pervirtiendo y, ahora estamos repletos de licenciaos, doitores, ingeñeros, maistros producidos por comaladas por tantísimas uñiversidades patito, incluidas las llamadas tecnológicas del gobierno, en feroz contradicción desde su propio nombre.

Los muchachos ilusionados, sus parientes orgullosos, enfrentan la verdad del engaño de los títulos inservibles –muy lejos de ser la varita mágica- en el momento de pedir trabajo y someterse a los exámenes elementales de los mínimos conocimientos; ahí tuerce la puerca el rabo. No hay manera de contratarlos, menos con los aires que se dan por tener un título.

México tiene una enorme brecha donde los jóvenes urgidos de trabajar, ser alguien y progresar, encontrarían esa solución que nada tiene de magia y si de plena realidad.

Esto se llama “oficios” que abarcan casi todas las actividades de una sociedad en movimiento, desde plomeros, carpinteros, choferes, operadores de maquinaria pesada, torneros, mecánicos, enfermeras, marineros, soldados, vaqueros, agricultores, y mil oficios que dan trabajo, remuneración envidiable, libertad de acción, dueños de sus propio tiempo e intereses, en fin: todo lo que hace la existencia grata: trabajo, dinero, respeto, progreso, futuro.

¿Quién no ha batallado y batalla, por un personal calificado? En cualquiera de las necesidades cotidianas; es un milagro encontrar plomeros, carpinteros, mecánicos etc., responsables y buenos en su trabajo, cumplidores y responsables.

En los países que tanto admiramos de Europa, Estados Unidos, Japón, estas personas con oficios, son las que tienen la mayor aceptación, les sobra trabajo y ganan más dinero que infinidad de profesionistas con títulos apantallantes pero limitados, en cuanto a la demanda de sus servicios profesionales. ¿Voy bien o me retacho?

Los oficios, son fuente de riqueza segura, pues todos dan valor agregado –riqueza- a su trabajo que nunca es especulativo, pues los resultados, casi siempre, inmediatos y todos contentos.

¿Cuántas veces hemos dicho: yo tengo un sastre de pocas tuercas, un plomero que no perdona goteras, un carpintero capaz de construir el Arca de Noé y mil detalles más?

¿Cuántas veces hemos suplicado que nos recomienden un buen peluquero, un mecánico que no sea mero cambia piezas?

Y, en la mayoría de los casos, salimos renegando, perdiendo, haciendo dos, tres o más veces cada cosa solicitada por la carencia de buenos oficiantes de sus respectivos oficios.

Antes en México, no era así la tocada, pues había aprendices, oficiales, maestros y fregones en la escala del trabajo respetable y respetado por el resto de los ciudadanos.

Un destructor de México, malviviente de tiempo completo y loco de atar luís echeverría, desarticuló

La cadena productiva del trabajo. Creyendo, estúpidamente, que en eso consistía el progreso: dotar de todos los beneficios a los que nada sabían hacer y además, a forsioris, entregándoles todos los derechos sin compromiso alguno en las responsabilidades.

Países que admiramos, Alemania, Japón, tienen esa jerarquía laborar y les funciona a las mil maravillas. Y nosotros ¿qué?

Pobres venezolanos; ahora sí se sacaron le tigre de la rifa con el mamarracho hugo chávez, potenciado por los votos ciegos de los atarantados suramericanos que no distinguen el mal que los lleva, sin remedio, a la miseria segura; tal como sucedió en México cuando llegaron los siempre vociferantes, patriotas emisarios de toda bondad y toda traición, sin llenadera y ladrones destructores de lo poco que México logro salvar de independencias, revoluciones y el partidazo consolidación de toda impunidad y prepotencia, de la cual no logramos zafarnos.

Los venezolanos tendrán su propio fidel costra de sangre de cubanos, su pinochet chafarote, su evo morales folclórico y vengativo, su echeverría, su lópez portillo repartiendo riqueza hasta aniquilarnos a fuerza de contraer deuda externa y eterna, de la que jamás saldremos.

Todo eso y más, tendrán los venezolanos ahora basados en leyes propias de cavernícolas bolivarianos, como chávez y su cuerda de criminales asociados.

Y pensar, que en México, le beben los vientos al estrafalario individuo y más de uno, lo quisieran como dictador azteca ¡que pa´todos hay!

Nunca escribió, y quién sabe si dijo, su frase más célebre

“El fin justicia los medios”

También se le atribuyen otras maldades. En todo caso no hay duda de que hizo lo que hizo, porque sabía lo que quería hacer y para hacerlo vivió.

Pasaba sus días y sus noches, organizando, polemizando, estudiando, escribiendo, conspirando. Se daba permiso para respirar y comer. Dormir, nunca.

Llevaba diez años de exilio en Suiza, se segundo exilio; era austero, vestía ropas viejas y botas impresentables, vivía en el cuarto de arriba de un zapatero remendón y le daba náuseas el olor de las salchichas que subía desde la carnicería de al lado.

Se pasaba todo el día en la biblioteca pública, y tenía más contacto con Hegel y Marx que con los obreros y campesino de su patria y de su tiempo.

En 1917, cuando subió al tren que lo devolvió a San Petersburgo, la ciudad que después se llamó con su nombre, pocos rusos sabían quién era. El partido que él fundó, y que iba a conquistar el poder absoluto, tenía todavía escaso arraigo popular y estaba más bien a la izquierda de la luna.

Pero Lenin, supe, mejor que nadie, qué era lo que el pueblo ruso más necesitaba: paz y tierra, y no bien bajó del tren, y echó su primer discurso en la primera estación, un gentío harto de guerras y de humillaciones pudo reconocer en él a su intérprete y su instrumento.

Son 1506 las chambitas seguras rifadas en las elecciones de julio entrante

Juvenal, nombre de origen latino, significa: “… apto para jóvenes… juventud”

Jáuregui, apellido de origen vasco, significa: “… palacio… casa principal… palacio viejo”

Slim, poderoso capitalista mexicano, anda en pos de una reina de Medio Oriente, para suavizar la soledad; en este caso la reina madre de Jordania, aun de buenos bigotes y, como se le quiera ver, de raza noble, detalle siempre anhelado por los que, teniéndolo todo, ahora quieren títulos nobiliarios que disimulen el origen plebeyo de los nuevos ricos, sea el caso del paisano Carlos Slim.

Apoyado en su profunda y prolongada experiencia de vida plena, desde La Floresta, Wences Angulo recuerda: “… ser importante es fácil; parecerlo, no tanto. Pero si consigues que te crean, entonces todas las puertas y también todas las piernas, se abrirán frente a ti”

hidalguia@hotmail.com

www.hidalguia.com.mx