¡Que el Señor jamás lo perdone o reconozca!

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NIÑOS HÉROES

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AMOR A PRIMERA VISTA LA MUÑECA ROSEL 

¿LOS ASPIRANTES A LA SILLITA TIENEN DIGNIDAD? 

WENCES ANGULO PARA PRESIDENTE Y... EL MEJOR AMANTE 

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Peló Gallo Líder Charro

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Preferir un Gobierno de Malos que uno de Estúpidos

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Un recorrido por...

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Colinas del Bosque - Villa Juárez

Excalibur

Por

José Manuel Toscana

Xicotepec de Juárez o Villa Juárez

                                                                              Viernes 23 de Septiembre del 2005 

  Hace alguno ayeres, cuando los lebreles se ligaban con longaniza, Xicotepec, recibía incontables visitantes  de Poza Rica, Tulancingo y Pachuca, constantemente.

     Unos venían huyendo del frío, otros del calor, encontraban en esta comarca un clima seductor  durante el año completo.

     La neblina envolvía por las noches la montaña desde La Ceiba, hasta Venta Grande, la lluvia nos bendecía con frecuencia mayor que ahora pero sin violencia, el ambiente estaba perfumado, los bosques prevalecían y la pureza del agua era un tesoro  inagotable, al menos, así­ la considerábamos sin darle importancia.

     Las condiciones excepcionales cambiaron rápidamente, destruimos casi todo lo que hacía de la serranía poblana, un santuario de belleza inenarrable.

     Desde entonces,  unos 55 años, todo viene decayendo a pasos agigantados sin que detengamos la devastación generalizada; ahora ya casi no tenemos ganadería, el café subsiste sin esperanzas ante la ausencia de mano de obra, costos y precios incontrolables, que han provocado el abandono a su suerte sombría, de las fincas cafetaleras.

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     Ahora llega, avasallante, la nueva carretera; personas  de razón comentan que si no hacemos algo contundente Xicotepec, y otras poblaciones, serán segregadas una vez que pase la agitación por  la construcción del nuevo cause vial.

     Pero, entre las cenizas, aun hay posibilidades de sobrevivir airosamente, siempre y cuando, desde este momento, pongamos manos a la obra.

     El clima pese a los crímenes cometidos, es aun mejor que los vecinos y  superior al de las grandes capitales desde donde vendrían, si sabemos atraerlos, quienes propicien el cambio positivo haciendo de Xicotepec, una zona para descanso y recuperación de malestares físicos y espirituales.

    Llegarán invitados, que valoren y disfruten  del clima, las lluvias y las neblinas que restan, que confieren  a nuestros rumbos un contorno extraordinario, envidiado por  quienes lo perdieron en sus lugares de origen.

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     Hoteles discretos, jardines arbolados para disfrutarlos, plantas exóticas de calidad, casas de renta para largas estadías, buena atención médica, lugares para  comer bien a precios razonables, limpieza, seguridad, cuicos que no muerdan ni arranquen placas a los autos, tiras que no asalten amparados en charolas chafas y delitos  inventados.

     Son algunos de los detalles necesarios para que lleguen concurrentes de muchos confines y traigan monedas suficientes para generar empleos, negocios y lo necesario para desplegarnos como mandan las leyes de la civilización, esa que aun no conocemos y, al paso que vamos, jamás alcanzaremos.

     Para todo esto no necesitamos dádivas ni programas llegados desde las alturas estatales, desde  donde nos ven como  Dios a los conejos: chiquitos y pendejos.

     Nosotros debemos bastarnos  para esto y más, lo que venga será bienvenido, siempre y cuando, respete, acredite e integre a los habitantes  de la serranía, los que hasta este momento, hemos sido solamente utilizados de mala manera. Si lo dudan, nomás miren dónde y cómo estamos.

     De nuestra parte no estarán por demás que aportáramos un poquito de amor propio, algo de orgullo, dignidad, gotas de compromiso  y, trabajo de calidad organizado  para comenzar.

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     Contra vientos y mareas capaces de abatir a los más pintados, siempre habrá personas que no se arredran ante las contrariedades cotidianas de la convivencia, al contrario; se organizan y hacen frente común para dar evidencias de trabajo y deber social con resultados que llegan a incontables personas necesitadas  de ser atendidas, comprendidas,  alentadas para dar un giro a sus vidas que les ayude a dejar atrás el mundo infrahumano que, usualmente, comienza en la propia casa familiar.

     En la montaña poblana florece, engalanando su perfil, el Grupo Unidos por la Equidad de Xicotepec, compuesto entre otras personalidades por María del Refugio Domínguez Vergara, ahora timonel, Luz María Sampayo Carballo, Elda Quiroz Rodríguez, Ana María García Soria, Celia Solís Barrera, Augusta Ortiz, Malena Sampayo Carballo y, Roberto Lecona Cano, pivote imprescindible del tinglado, hacen un trabajo sustentado, cada día, más apreciado,  entre la comunidad serrana flagelada por la violencia hogareñosa, la nulificación de la mujer, el desprecio  de los que nada tienen, entre otros cánceres sociales que nos tienen arrumbados en la aduana  de los valores humanos.

     Con frecuencia abren espacios invitando a las deliberaciones que imparten relacionadas con estos asuntos de atractivo familiar, casi todos los integrantes tienen, cuando menos, estudios de maestría, como aconteció el sábado 17 en el Café Aristóteles, de Julia Ortega, Óptimo lugar para reunir talento, saberes, establecer vínculos y crear una visión positiva, disfrutando al mismo tiempo  una tacita de café que ahí  saben cómo hacerlo. ¡Felicidades!

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     Hacen, difunden, tanto bien, sin alharaca, como debe ser y el buen gusto lo requiere,  van directo al grano, abren la nuez  de la ignominia prevaleciente que, mientras no la arranquemos como la peor lacra, no avanzaremos ni como individuos ni como sociedad, por eso será¡ conveniente para todos seguir el paso de marcha del conjunto Unidos por la Equidad.

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     La vigencia  del grupo Unidos por la Equidad de Xicotepec, está asegurada, pues sus integrantes casi todos son mujeres, fuente y destino principales de la rudeza intrafamiliar.

     Las mujeres por estos y casi en todos los demás rumbos, nacen en medio de la irracionalidad, en la mayoría de las  casas --que no hogares-- son relegadas desde tiempos inmemoriales, así crecen  viendo a sus madres, hermanas, parientes y vecinas, soportando las mismas reglas de la infravida ancestral, al grado de creer que no existe otra forma de permanecer en este mundo y, en la mayoría de los casos, así es: no hay otra manera.

     Por eso en estas montañas casi rapadas, cuando un grupo de damas, en el más delicado y  fuerte sentido del significado, asumen la determinación  de que las condiciones deben cambiar para mejorar, hay que tomarles la palabra, seguir su ejemplo para que nadie padezca fierezas, humillaciones, desprecios y cancelación  de ventajas para tener una vida digna.

     Preciso: no  se da la violencia familiar Únicamente en las zonas empobrecidas; es mucho más intensa, insoportable, entre personas y familias de ¿razón y recursos? Nomás echen una mirada por donde anden para comprobarlo. Todos necesitamos tanto de todos.

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     Vivía obedeciendo al mandato bíblico y a la tradición histórica. ella barría, lustraba, enjabonaba, enjuagaba, planchaba, cocía  y cocinaba.

     A  las ocho en punto de la mañana servía el desayuno, con una cucharada de miel para el eterno ardor de garganta de su marido.  A las doce en punto servía el almuerzo  consomé, puré de papas, pollo hervido, duraznos en almíbar, y a  las ocho en punto la cena, con el mismo menú

     Jamás se atrasó, jamás se adelantó Comía en silencio porque no era una mujer opinativa ni preguntativa, mientras el marido contaba hazañas  presentes y pasadas.

     Después de la cena, se demoraba lavando lentamente los platos y entraba en la cama rogando a Dios  que él estuviera dormido.

     Para entonces ya se habían difundido bastante la máquina lavarropas, la aspiradora eléctrica y el orgasmo femenino, que habían llegado poco después de la penicilina; pero ella no se enteraba de las novedades.

     Solo escuchaba los radioteatros, y rara vez salía del refugio de paz donde vivía a salvo de la violencia del mundo.

     Una tarde, salía. Fue a visitar a una hermana enferma. Cuando regresó, al anochecer, encontró al marido muerto.

     Algunos años después, la abnegada confesó que esta historia no había terminado exactamente así

     Contó el otro final  a un vecino llamado Gerardo Mendieta, que se lo contó a un vecino que se lo contó a otro vecino que se lo contó a otro: al volver de  la casa de la hermana, ella encontró al marido caído en el suelo, jadeando, bizqueando, la cara color tomate, y pasó de largo, se metió en la cocina, preparó un inolvidable banquete de calamares en su tinta y merluza a la vasca, con un postre de alta torre de frutas y helados, todo regado con un vino anejo que tenía escondido, y a las ocho en punto de la noche, como era su deber, sirvió la cena, se hartó de comer y de beber, confirmó que él estaba definitivamente quieto en el suelo, se persignó, se vistió de negro y llamó por teléfono al médico,

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     Distraídos por las inundaciones en Nueva Orleáns, descuidamos las acontecidas entre nosotros y sus  atroces consecuencias.

     Un par de gamberros quedaron atrapados durante tres días, entre las vigas de hormigón de  un paso a desnivel en el D. F. y las  turbulentas aguas amenazadoras.

     La infaltable televisión vigiló a los atorados para entrevistarlos apenas fueran rescatados para conocer, antes que nadie, cómo habían llegado a esa terrible situación.

    A la pregunta directa del lorocutor, una de las victimas, honestamente contestó: ”nos apendejamos"

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     Instalado en  la Mesa de Celebridades de La Floresta presagia Wences Angulo: ”Cuando los dioses nos quieren castigar, oyen nuestras súplicas"

 

Sugerencias, cafecitos, madreaditas, inundaciones, apendejamientos, plegarias, a:

José Manuel Toscana

C. Elec. ContiClays@aol.com

 

 

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