José Manuel Toscana Escribe con Hidalguía. Tecocomulco

Circula el nuevo ejemplar de la revista Hidalguía, febrero-marzo- dedicado al turismo y sus felices derivaciones culturales que son el cuerpo y alma de Tulancingo, con sus parajes dignos de visitarse para disfrutarlos plenamente. ¡Consíguela y suscríbete!

Personas con buena disposición a los cambios financieros y la encomiable cruzada para llevar turistas al disfrute de la naturaleza, con las comodidades básicas y plena seguridad, están abriendo al público interesado fincas cafetaleras de larga tradición en el cultivo, algunas de resonancia internacional.

Aprovechan las instalaciones de los beneficios y las casas que, en sus buenos tiempos, fueron el corazón de la cafeticultura chiapaneca, actualmente incluso, la más sólida en México, pero que la realidad de precios desplomados y la cambiante situación política, el estafador marcos, los narcos y otras plagas hacen necesario propiciar otros ingresos, como el ecoturismo basado en la espléndida naturaleza, los países idílicos, comida exquisita y, dentro de lo deseable, tranquilidad y ambiente despejado de humos y otras calamidades del progreso improductivo al que estamos sometidos, al parecer, sin redención posible. Tendrán éxito estos empresarios valientes en la renovación de sus propiedades con este giro, cada día, más solicitado.

En Hidalgo y Puebla, estamos lejos de contar con este tipo de fincas cafetaleras adecuadas para el ecoturismo. La crisis ha pegado duro a los cafetaleros regionales y, desde luego no hay esa raigambre de fincas maravillosas que fueran aptas para un ensayo de turismo rural, pues los caminos destruidos, los pueblos semi abandonados, la inseguridad y la creciente miseria no son buenos ingredientes para ofrecer a los posibles interesados en disfrutar esas maravillas naturales, tan atractivas como las chiapanecas o las veracruzanas donde hacen otro tanto en pos de fomentar la veta del turismo consciente.

Un ejemplo a la mano: Tecocomulco, aquí arribita de Tulancingo, donde la Madre Naturaleza -así con mayúsculas- formó este remanso lacustre a partir de un enorme cráter al cual fluyen pequeños río, riachuelos y escurrimientos y, con suerte lluvias torrenciales, que le dan un potencial incomparable para el turismo campirano a lo largo de todo el año, pues cuando no son aves de paso transcontinental, son de regreso al norte y luego parvadas locales que viven bien entre los carrizales y otros plantas acuáticas, ahora en plena decadencia por la irresponsable e intensa sangría de las aguas del prodigio Tecocomulco.

Van y viene proyectos, comisiones, estudios universitarios y la laguna sigue el fatal destino de todo lo que corresponde atender a los desgobierno, entre local y federal, la bolita rueda sin meter el gol de la conservación y fomento de la flora y fauna de esta comarca tan cercana a la enorme fuente del turismo proveniente de la conurbación metropolitana, totalmente desaprovechada; es más imposible de recomendar a nadie que viaje para conocerla, pues ¿qué vera? que nos sea mugre, abandono, invasiones, locuras contra todo lo que se mueva y merezca sobresalir.

¿Habrá diputaos locales o federales, por salir o por llegar, secretarios de turismo salientes y entrantes, presidentes municipales prometedores en Hidalgo capaces de revertir el daño causado- entre todos- a Tecocomulco? Moriré sin enterarme.

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