Cada bastión que fue ganado con votos y perdido por mediocridadesl: José Manuel Toscana

En los tiempos idos, mientras los muertos cruzaban la laguna Estigia, sus almas bebían las aguas del rio Ameles, para que olvidaran sus vidas pasadas cuando reencarnaran.

Contemplando los resultados de las recientes elecciones, los mexicanos bebemos cataratas de las aguas del olvido y, fatalmente, regresamos a la rueda torcida de la perversión política que tanto y tan caro ha costado a México todo, desde que nos llevaron de la mano para borrar de nuestra Historia Patria, los 300 años del Virreinato, dejándonos huérfanos, sin respaldo, atenidos a falsos relatos de glorias inexistentes, inventadas únicamente para controlarnos quitándonos identidad, raíces y un pasado tan bueno o malo como otro cualquiera del cual no somos responsables pero sí legítimos herederos con todas sus implicaciones.

Es triste para los partidarios panistas, la furris manera en que fueron desplazados por las olas priístas, llegadas con la fuerza del dinero público y las tradicionales complicidades de los encomenderos estatales.

Pero de la tronada panista solo ellos son responsables por tarugos, pues teniendo buenos cuadros, cuando menos leales, abrieron la puerta a los saltimbanquis, como en la Sierra Norte de Puebla, con el mequetrefe con cachuchas de todo color y traición. Nada tenía que hacer frente a un priísta bien arraigado en su tierra y con buenas artes para enfrentar a los rivales ventajosamente.

Este caso es igual a lo acontecido en Tulancingo con el candidato llegado precisamente de la trinchera donde más golpeaban, él al frente, al panismo regional.

Le dieron la batuta de la candidatura y los resultados no pudieron ser más catastróficos para ese partido que en Tulancingo, tuvo un bastión legítimo durante muchos años.

Timoratos, espantadizos, rencorosos sin noción alguna del mando disponible en cada bastión que fue ganado con votos y perdido por mediocridades, sobre todo, entre ellos mismos; tal como acontece en el otro partido del odio, el perredista, propiedad de un loco desenfrenado que los llevó al suicidio, aun en sus plazas más sólidas, como Iztapalapa, donde todo queda en odio y cuchillos largos que harán correr sangre a raudales. Al tiempo.

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Pobre México y pobres nosotros bebedores compulsivos del agua del olvido en las fuentes del río Ameles.

Así estamos, así nos irá pues no alcanzamos la orilla del progreso, por mínimo que sea, y en cambio seguimos en caída libre entre el cortejo de naciones tan amoladas como nosotros que, burlonas, contemplan como perdemos el tiempo y las pocas oportunidades cada día más lejanas y complicadas, pues la competencia mundial es feroz como nunca antes lo fue.

Álvaro Obregón, brillante, espontáneo, inteligente y con sentido del humor sumamente agudo, una vez le preguntó otro militar si existía la mala suerte; Obregón le contestó

¡--supuesto que la mala suerte existe, pero Dios la reparte solo entre los pendejos…!

Por si al calor de las elecciones perdidas, los panistas quieren achacarle la paliza recibida a la mala suerte…

En una de tantas batallas de la mentirosa Revolución Mexicana (ganada por los malos) Lázaro Cárdenas bajo las órdenes de Obregón, desobedeció una orden terminante acerca de cómo enfrentar un combate.

Cárdenas del Río perdió la batalla de mala manera y hasta fue herido. Enterado Obregón del fracaso dijo:

“--¡Maldito trompudo! ¡Claramente le di órdenes de no presentar batalla y el muy tarugo se pone a tomar decisiones por su cuenta! Y ¡claro, le rompieron cuanta madre tiene! ¡Dios nos libre de un pendejo con iniciativa!...”

Generales Alvaro Obregon, Pancho Villa yJohn Pershing, Bliss, El Paso, Texas, Agosto. 27, 1914.

Así nació esta frase que aplicamos, por desgracia, cada vez más seguido, cuando vemos el accionar de los improvisados cuan voraces políticos mexicanos.

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